El agua está constantemente cambiando de estado y moviéndose sobre la tierra. Esto ocurre en la atmósfera e incluso a nivel subterráneo, este proceso se conoce como el “ciclo del agua”. El agua, un elemento vital, podemos encontrarla en estados sólidos (como en los polos), líquidos (como en ríos, lagos y en el océano) o gaseosos (como en la atmósfera).

La cantidad de agua en nuestro planeta es limitada y el ciclo del agua hace que siempre esté disponible para sustentar la vida. Este ciclo del agua ha ocurrido por millones de años, por lo que podríamos decir que el agua que bebemos es la misma que bebieron los dinosaurios.

¿Cómo ocurre el ciclo del agua?

El calor del sol hace que el agua sólida de los glaciares y la nieve de las montañas se derrita y fluya hacia ríos, lagos y finalmente el océano. El agua líquida es utilizada por los organismos vivos para subsistir. El sol, así también como las plantas y los árboles, aportan vapor de agua a través de procesos de evaporación y transpiración, respectivamente. Este vapor de agua en la atmósfera se eleva y a medida que el aire se enfría convierte al agua gaseosa otra vez en líquida en un proceso llamado condensación, que permite la formación de las nubes. Cuando las nubes acumulan una alta cantidad de agua líquida está cae a la superficie de la tierra en forma de lluvia o nieve (precipitación), permitiendo que el ciclo del agua comience otra vez. 

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¿Cómo procesamos el agua para poder beberla?

El acceso al agua potable es fundamental para la salud, uno de los derechos humanos básicos y un componente de las políticas eficaces de protección de la salud. Potabilizar el agua es someter al agua bruta a una serie de procesos físicos y químicos encadenados para eliminar la materia mineral, los materiales orgánicos y los contaminantes biológicos que puedan estar presentes en el agua y que presentan un potencial riesgo para la salud de las personas.

El tratamiento de las aguas se realiza mediante una serie de procesos encadenados que dependen de las características del agua a tratar. Normalmente consta de las siguientes fases:

• Pretratamiento del agua: se realiza un primer cribado para eliminar sólidos de gran tamaño presentes en el agua. Con la ayuda de un desarenador se separa también la arena del agua, evitando que pueda dañar las bombas de la planta potabilizadora. En esta etapa también es habitual una predesinfección para destruir algunas sustancias orgánicas.
• Coagulación-Floculación: las bombas de baja presión transportan el agua hasta una cámara de mezcla, donde se incorporan los componentes que potabilizan el agua. En esta fase se ajusta el pH mediante la adición de ácidos o de álcalis y se añaden al agua agentes coagulantes.
• Decantación: en el decantador se separa por gravedad las partículas en suspensión que transporta el agua. Los sedimentos nocivos más densos se quedan en el fondo, donde se eliminan.
• Filtración: el agua se hace pasar por un medio poroso para eliminar los sedimentos menos densos.
• Desinfección: finalmente, se añade cloro para eliminar cualquier tipo de bacteria o virus.
• Análisis: una vez finalizado el proceso, es imprescindible realizar diversos análisis del agua para asegurarse de que el proceso de potabilización ha sido exitoso. El agua potable debe ser incolora, inodora e insípida y cumplir con la reglamentación vigente de cada país.

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¿Sabías qué?

• El 70% de la superficie de la tierra está cubierta por agua.
• En el ser humano entre el 50% y 80% del peso corporal corresponde a agua.
• Algunos organismos como las medusas pueden estar formadas hasta en un 98% de agua.

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