No se preocupe por su mascota: casi no se percatará del eclipse

Por un acto instintivo, perros y gatos no tienden a mirar al sol por un tiempo prolongado.

A horas de que se produzca el fenómeno astronómico del año, las expectativas crecen en las personas y nadie quiere perderse la oportunidad de vivir un eclipse total de sol, aunque sea por una vez en la vida. Sin embargo, para las mascotas será un día más, dado que instintivamente no tienden a observar estos eventos que nos brinda la naturaleza.

Así lo afirma Christian Poblete, estudiante de la carrera de Licenciatura en Ciencias, mención Biología de la Universidad de Valparaíso.

“Respecto a los animales domésticos, ciertos estudios han reportado que gatos y perros tienen reacciones diferentes durante un eclipse solar. En cuanto a los primeros, el evento parece no afectarlos en demasía, siendo casi indiferentes al evento astronómico. No obstante, algunos expertos mencionan que bajará su nivel de actividad, tal y como ocurre en la noche”.

También agrega que “en el caso de los perros, los especialistas han comentado que pueden exhibir comportamientos como miedo, desorientación o nerviosismo debido a la llegada abrupta de la noche; acciones que, de alguna u otra forma, también pueden ser influidas por lo observado en sus dueños o dueñas, que de seguro estarán emocionados y hasta eufóricos viendo el eclipse. Cabe destacar que, por un acto instintivo, las mascotas no tienden a mirar al sol por un tiempo prolongado”.

En esa línea, y aunque es muy poco probable que estos animales observen el eclipse, algunos especialistas señalan que, en caso de hacerlo por más de un minuto, también podrían sufrir daño ocular.

En otras especies

No obstante, para otros animales y especies el eclipse sí influye y genera cambios evidentes en sus comportamientos.

“Algunas de estas respuestas han sido documentadas a lo largo de los años, no obstante, los primeros registros al respecto fueron de carácter casi anecdótico. Por ejemplo, cuando se reportó en el año 1544 que ciertas aves diurnas dejaron de cantar durante la totalidad de un eclipse solar y, en otro de estos fenómenos ocurrido seis años después, un grupo de hormigas detenían su incesante labor de recolectar alimentos, mientras que la actividad de las abejas se reducía a su máxima expresión. Del mismo modo, en el año 1991 se informó en México que un grupo de arañas destrozó las redes que había formado, para retomar su construcción luego del fenómeno”.

Christian Poblete adelanta que con el avance tecnológico y el creciente interés de los científicos del comportamiento animal (etólogos) se ha podido estudiar de manera más amplia este fenómeno en los ecosistemas. Tal es el caso de un reporte referido a un eclipse ocurrido el año 1932 en Estados Unidos, en que un grupo de investigadores conformaron un comité para estudiar de mejor manera los cambios de ciertos organismos mientras el sol era ocultado por la luna.

“Con ese objetivo, se reunieron especialistas en insectos, animales de sangre fría (como las lagartijas), aves y mamíferos; todos ellos, junto a guardabosques, naturalistas y personas aficionadas, realizaron un registro a gran escala mediante el llenado de fichas completadas a mano en el lugar del eclipse. Gracias a este reporte se pudo conocer, por ejemplo, el aumento en la actividad de grillos, polillas y otros insectos nocturnos, así como también alteraciones en aves y en la vida acuática, incluida la de peces y anfibios, entre muchos otros”.

Tal como lo señala el biólogo en formación, a pesar de que esa investigación fue una interesante forma de completar las observaciones de siglos anteriores, hay que destacar un reciente estudio realizado en agosto del 2017 durante un eclipse total de sol ocurrido también en Estados Unidos en el que se utilizaron tecnologías multimodales que no afectaran ni alteraran el entorno en estudio (como grabadores de sonido y cámaras infrarrojas). Con ese propósito, el equipo liderado por Emma Brinley evaluó los efectos que ocurrían en el ambiente, así como también los cambios que pudiesen presentar las especies que se encontraran en la zona de muestra y que fuesen producto de las perturbaciones ambientales provocadas por el eclipse”.

El equipo de Brinley pudo registrar un descenso de 7°C en la temperatura ambiente durante la fase de oscuridad total, momento en que la intensidad lumínica disminuyó 67 por ciento y la humedad aumentó en un 12 por ciento. Además, pudo corroborar el aumento en la actividad de organismos nocturnos como aves e insectos llamadores. Del mismo modo, se evidenció la disminución de vocalizaciones y llamadas de aves típicamente diurnas, actividades que retomaron una vez acabado el evento astronómico.

“Aunque este tipo de estudios pueda resultar curioso, la verdad es que refleja la importancia e influencia que tiene el sol en numerosos procesos biológicos, como el de regular los ciclos de sueño, procesos reproductivos y migratorios. Asimismo, para el caso de las plantas, la desaparición repentina de su fuente vital de energía causa ciertas alteraciones posicionales y en las vías fotosintéticas, pero estas no resultan considerables debido a la duración de los eclipses”

Mitos

Finalmente, Christian Poblete aclara que junto a los eclipses vienen asociados muchos mitos: “Por ejemplo, que las embarazadas al ver un eclipse tendrán hijos con manchas y que, para evitar esto, las mujeres deben usar una prenda roja para la protección del bebé en gestación. Otros señalan que las vacas dejan de dar leche, etcétera. Al respecto, no hay información que relacione estos hechos con los eclipses, más bien, se puede considerar como parte del folclor de una localidad. Por lo tanto, estas creencias no tienen ningún sustento científico que las avale”.