Investigador UV participa de descubrimiento sobre formación de planetas publicado en «Nature»

Una verdadera sorpresa fue la experiencia que vivió un grupo de astrónomos en Chile mientras realizaban observaciones en el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA). El desafío era alcanzar un resultado de alto impacto. Lo lograron, pero con un cambio de timón en su investigación.

Así lo detalló el co-autor del hallazgo, Matthias Schreiber, académico del Instituto de Física y Astronomía de la Universidad de Valparaíso, cuyas conclusiones presentadas en un paper científico le valieron al equipo de astrónomos aparecer en la última edición de la prestigiosa revista «Nature», que se publicó este jueves en todo el mundo.

Con la alta tecnología que ofrece ALMA, los científicos buscaban visualizar la fragmentación del disco para intentar explicar uno de los mecanismos propuestos para la generación de planetas gigantes. Sin embargo —y como ha ocurrido con los grandes descubrimientos de la ciencia a través de la historia— el estudio inicial los llevó a otro escenario. Gracias a ALMA lograron detectar una línea de hielo en el disco de una estrella joven en formación. Tal como lo explica el astrónomo, la línea de hielo es de vital importancia para la formación de planetas, porque el hielo de agua regula el crecimiento de los granos de polvo (los primeros pasos para la gestación planetaria) y la formación de asteroides y cometas, que son los componentes básicos de los sistemas planetarios.

El inesperado hallazgo les permitió avanzar en una nueva dirección para comprender una de las más importantes áreas de la astronomía como es la formación y evolución de los planetas y estrellas. El descubrimiento da cuenta que estos objetos estelares podrían tomar menos tiempo en desarrollarse y evolucionar, al contrario da lo que se plantea en el modelo tradicional. El haber encontrado una línea de hielo en torno a una estrella joven es clave, dado que estas líneas definen la arquitectura básica de los sistemas planetarios, incluso como el nuestro, y que dio origen al Sistema Solar.

“Normalmente la evolución de un disco va de un estado muy masivo y caliente a uno menos ardiente. Ahí el polvo comienza a crecer. En el modelo que se usa principalmente se necesitan más de 4 mil millones de años para que se formen planetas, dado que el polvo debe crecer desde un grano de micrómetros hasta un planeta como Júpiter. Lo más complicado es el inicio del crecimiento y ahí el modelo tiene un problema. Pero nosotros detectamos la línea de hielo en un disco que tiene menos de un millón de años. O sea un cuarto del tiempo de lo que uno pensaba. Es decir, en etapas tempranas se inicia la formación de planetas en distancias largas de la estrella principal”, sostiene.

Para el astrónomo este descubrimiento es una especie de advertencia. “Yo diría que es una nueva indicación de que tenemos que usar otros caminos para entender la formación de planetas a los que hemos utilizado hasta ahora. Es como un desvío en el camino. Ahora tenemos dos opciones. Es decir, seguimos con lo que hemos pensado siempre o nos enfocamos en otro vuelo, que comienza más temprano y que tiene que ver con esas líneas de hielo, que fácilmente pueden juntar más material y de forma más rápida”, explica.

El estudio de la formación de planetas se orienta a entender cómo se generan los sistemas planetarios como el nuestro y junto con esto lograr explicar cuáles son las condiciones que un planeta tiene normalmente. Es una de las áreas que ha adquirido un relevante crecimiento a partir del año 1995, cuando se detectó al primer planeta extrasolar orbitando alrededor de una estrella. El otro peak se produjo con la llegada a Chile de ALMA, el telescopio más poderoso del mundo en longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, junto a toda la tecnología asociada a la investigación astronómica.